La importancia de un entorno institucional favorable



LAS INSTITUCIONES ESPAÑOLAS

Según Acemoglu y Robinson, las instituciones inclusivas serían capaces de garantizar oportunidades económicas y asegurar la propiedad privada con el pretexto de asegurar el éxito. Sin embargo, las instituciones extractivas abocarían a lo contrario.

Analizando el caso de España en concreto, debemos tener en cuenta que las instituciones españolas no son completamente inclusivas. Esto lo podemos observar en la corrupción que se está viendo, síntoma de un problema institucional grave.

Obviamente, es preciso mencionar que nuestro caso no se puede comparar con las instituciones de Venezuela, que la han llevado a un fracaso total. Pero queda de manifiesto que el tejido institucional español no es suficientemente inclusivo, necesita una reforma radical. 

Por otro lado, esta carencia no solo se refleja en la corrupción, sino en el paro y la falta de empleo. El entorno institucional general no deja espacio para empresas con alta productividad, que son las mayores creadoras de trabajo.

Finalmente, la solución a este problema no consiste en una simple reforma laboral sino en algo mucho más complejo, un sistema legal eficiente que trate a las empresas de la misma forma.

La clave para entender por qué algunos países como Corea del Sur o Estados Unidos tienen instituciones económicas inclusivas, incluye que ambos son estados poderosos pero, sobre todo, que están suficientemente centralizados, una condición muy importante.

Concretamente, la relación entre España y las Comunidades Autónomas y su respectiva descentralización de competencias, podría suponer un reparto de poder entre élites extractivas. Y esta apreciación radica en que las comunidades autónomas viven de espaldas unas a otras.

El terror de cualquier empresa que quiera operar en España es que alguien le diga: “Lo sentimos, pero es competencia autonómica”; pues lo más probable es que se encuentre con 17 sistemas distintos de contabilidad, normativas distintas o formas de aplicar una ley.

No hay un elemento homogeneizador y eso perjudica la libre disponibilidad del ciudadano, la movilidad. 

Una cuestión que muchos empresarios han denunciado, con miedo a una posible ruptura de la unidad del mercado, es la siguiente: “Por ejemplo, si quieres hacer una red de clínicas veterinarias en el país, tienes que adaptarla a todas las normativas”. 

En conclusión, como ya hemos visto anteriormente, las instituciones económicas deben fomentar dicha actividad y promover el aumento progresivo y sostenible de la productividad y de la prosperidad, dentro de un marco en el cual el derecho a la propiedad privada es crucial y que la mayoría de los ciudadanos pueda disfrutar de todas estas prerrogativas; sin embargo, esto no coincide con lo acontecido en nuestro país, lo que explica la situación de crisis económica de estos últimos años y el elevado nivel de paro.

El crecimiento económico y el cambio tecnológico están acompañados de lo que Joseph A. Schumpeter denominó “destrucción creativa”, que sencillamente es sustituir lo viejo por lo nuevo. Es más, el crecimiento no es solamente un proceso de más y mejores máquinas, y de más y mejores personas con estudios, sino también es un proceso transformador y desestabilizador asociado con  esta destrucción creativa generalizada que hemos mencionado antes. 

Esta última significa que siempre habrá nuevas actividades que reemplacen a las existentes, lo que provocará que haya empleos destruidos y creados. Siempre habrá nuevos productos y nuevas actividades que provocarán cambios en el trabajo, por lo que el problema principal es establecer un sistema que maneje bien este proceso. En concreto, el sistema danés consiste en la flexiseguridad, donde el Estado ofrece compensaciones generosas, pero al mismo tiempo prepara al trabajador para que pueda recolocarse en el mercado laboral. De esta forma, la destrucción creativa no se traduce en malas consecuencias para los empleados y su salud. Quedarse en paro en EEUU significa estrés e inestabilidad, y eso explica el crecimiento de la mortalidad. Sin embargo, en Dinamarca no ocurre lo mismo porque tiene un sistema social que acomoda a la gente. En definitiva, la flexibilidad fue positiva tanto para la innovación como para la protección de las personas.

No obstante, el sistema danés implica una notable inversión pública, por lo que quizás países como España no pueden realizar esa inversión a causa del elevado endeudamiento público. Es donde aparece la cuestión que destaca dos tipos de gasto, los que ayudan al crecimiento y los que no. Y concretamente, la flexiseguridad no es mala para la deuda, porque si haces una inversión que incrementa la tasa de crecimiento al final del camino se va a reducir la deuda.

De esta forma, y una vez abarcado el riesgo más generalizado entre la sociedad acerca de la destrucción creativa, según mi opinión, nuestro estado del bienestar en el que todo era apariencia debe descomponerse, aunque tengamos que pagarlo con una caída de nuestro poder adquisitivo. Debemos afrontar la crisis que viene como una oportunidad para desenmascarar ese fallido estado de bienestar y situar de nuevo las virtudes del empresario innovador en el lugar principal, en la base de la supervivencia.


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